lunes, 3 de agosto de 2009

LA HORA FINAL (TEXTO)


LA HORA FINAL

Comedia dramática en un acto



Escrita Por:
FELIPE ACOSTA



Tegucigalpa M.D.C., Honduras C.A.
Marzo, 2000



Todos los derechos reservados
Se prohíbe su reproducción en cualquier forma, así como el montaje para representaciones públicas o privadas, sin el permiso por escrito del autor.



Última revisión: 12-05-2005



A la memoria del maestro:
FRANCISCO SALVADOR AGUILAR-PAZ CERRATO



Enfermo del alma, con agresividad acusa “individualmente” a la sociedad de consumo, la avidez del dólar, el neocolonialismo político y económico, la traición y la ignorancia, la corrupción y la burocracia.
Los señalados y afectados le cierran las puertas: El Ministerio de Cultura y la Universidad, y cada gobierno de turno. Rechaza y condena la hipocresía cristina, los nuevos ricos, los falsos aristos.
“Húndase todo el fariseismo. Vivir la vida no es cruzar un campo” (Poema Hamlet de Boris Paternack)

Francisco Salvador
(Curriculum – Pág.50)



Yo me fui a la quebrada de Ojojona por casi un mes para meditar sobre: ¿Que es la vida? Ahora lo sé muy bien, a los 63 años: “Un Frenesí… una ficción… una sombra… ¡y todo bien es pequeño!” (La Vida es Sueño)

Francisco Salvador.
(Curriculum – Pág. 12)




LA HORA FINAL



Estrenada el 22 de noviembre de 2002 en el Teatro Renacimiento, Comayagüela, Honduras,C.A.

Grupo Teatral Bambú

Dirección: Felipe Acosta

Escenografía: Marcos Licona

Elenco:

Hombre: Danilo Lagos

Diablito: Bairon Paz

Diablita: Nancy Ponce

Shaitán (Satán): Felipe Acosta



Registrada en la oficina Administrativa de derechos de autor y de los derechos conexos (Dirección General de Propiedad Intelectual), del Instituto de la Propiedad, bajo la resolución No. 154/2005 del 31 de mayo de 2005.
Cámara negra. El escenario está completamente vacío y en oscuridad total. Se inicia una obertura musical suave pero a la vez violenta y lúgubre, se escuchan voces (gritos insultantes y lamentos) y golpes que dejan sentir que alguien está siendo golpeado salvajemente. La música y los efectos de golpiza van creciendo en frecuencia (ritmo) e intensidad y junto a ellos se producen rayos de luz brevísimos sobre el escenario; provienen de diferentes ángulos y son de tonos blanco, amarillo, naranja y rojo. Hacia el clímax de la obertura (poco antes del final) se escucha el disparo de un revolver.

En completa oscuridad el actor se colocará en el centro del escenario, caído por el disparo que acaba de recibir, se le iluminará con una luz roja durante unos segundos hasta desvanecerse para provocar un nuevo oscuro total. En la oscuridad mientras termina la obertura, entrarán a escena los elementos de la escenografía, que se compone de un mostrador sobre el cual se encuentran una campanilla y una terminal de computadora, y suspendido sobre el mostrador un rótulo luminoso que reza “Recepción”; un escritorio con su respectivo sillón ejecutivo y otra terminal de computadora, sobre la pared de fondo rótulos luminosos que dicen: “Abierto 24 horas incluso domingos” y “Bienvenid@s” bien podría tratarse de la recepción de un hotel o de una sucursal bancaria de mala muerte. Junto a ella se introducirá algo de humo (incienso) al escenario. La escena se ilumina de pronto junto con una música de cabaret, romántica, más bien libidinosa.

Tras unos segundos el HOMBRE se incorpora, sin prisas pero sin dificultad, al ponerse de pie se observa a un hombre de aproximadamente 50 años, de cualquier contextura, color, estatura y peso. No es un hombre físicamente fuerte, pero si lleno de energía y seguridad en si mismo.

Se incorpora de manera que lo primero en que él repara es en su propia persona, sus ropas están desgarradas y con manchas de sangre, se aprecian en sus brazos y cara, moretones que evidencian la golpiza a que fue sometido. En la sien se presenta una herida de bala, desde la cual baja un rastro de sangre sobre su mejilla y cuello. Pese a su aspecto y condición no hay ningún asomo de dolor físico. Poco a poco baja el volumen de la música hasta desaparecer dando paso a risitas y gemidos de un juego amoroso que provienen de detrás del mostrador de recepción. El HOMBRE se acerca al mostrador toca la campanilla y se levanta un diablito adolescente.

DIABLITO: (Sorprendido, arreglándose las ropas) Hola, bienvenido

(El HOMBRE lo observa con seriedad, asimilando toda la situación y junto al diablito se pone de pie una diablita también adolescente con los senos al aire)

DIABLITA: (Alegre) Hola, bienvenido al infierno.

(El diablito se percata de la “situación” de su compañera y la cubre)

DIABLITO: (Sonrojado) No esperábamos a nadie a esta hora.

DIABLITA: (Al diablito, insinuando que el HOMBRE es un suicida. Mientras se arregla la blusa) Siempre ocurren accidentes trágicos e inesperados.

HOMBRE: (Serio, mostrándole la herida de bala) ¿Te parece esto un accidente?

DIABLITA: Se dan casos, extraños casos.

HOMBRE: (Contundente) Pues éste no es el caso.

DIABLITO: (Examinando la herida, pensando siempre en la idea de que se trata de un suicida) Comprendo… calibre 9 milímetros. ¿Estaba usted familiarizado con las armas automáticas?

DIABLITA: Hay cosas que ocurren sin querer…

HOMBRE: Esto no fue mi voluntad, tampoco un accidente. El que disparó sabía muy bien lo que hacia. (Pausa) ¿Puedo ver a…?

DIABLITO: En este momento el jefe está bastante ocupado, ha sido un día difícil... ya sabe, con esto de la guerra siempre llegan grandes oleadas de... huéspedes.

DIABLITA: Sin contar con “las cosas” de todos los días, ahora mismo está acomodando a 235 personas que recién llegaron.

DIABLITO: Acaba de caer otro 737.

DIABLITA: Un trágico accidente. (El HOMBRE la mira seriamente y la diablita sonríe excusándose)

DIABLITO: Mientras tanto permítanos ponerlo al tanto de todo.

DIABLITA: Ahora es fácil y divertido, (Música jingle, como en un anuncio comercial) “Gracias a la nueva tecnología en computación, hemos diseñado un programa interactivo…

DIABLITO: Que lo llevará en una visita virtual por todas nuestras instalaciones.

(El HOMBRE no entiende exactamente de que le hablan)

DIABLITA: Usted podrá conocer todas nuestras facilidades, puntos de interés y regulaciones con solo hacer un "clic”.

(Los diablitos notan que el HOMBRE no está entendiendo)

DIABLITO: ¿Está usted familiarizado con Windows? ¿...Internet...?

HOMBRE: (Seco) No.

DIABLITO: Ya veo… (A la diablita) ¿De donde salió este tipo?

DIABLITA: (Dándole un codazo al diablito, sonriendo amablemente) No se preocupe, yo personalmente lo llevaré a conocer nuestras instalaciones.

DIABLITO: (Adelantándose, sacando un enorme libro) Antes puede usted darse una idea clara del lugar con solo leer esta guía ilustrada que describe a la perfección las diferentes áreas disponibles.

DIABLITA: (coqueta) Los espacios para entretenimiento…

DIABLITO: (celoso) los rincones de castigo…

DIABLITA: También se describe con todo lujo de detalle los sitios de interés que ocupan de forma especial algunos personajes famosos en la historia de la humanidad.

DIABLITO: (Sacando otro gran libro) Y esta es la recopilación de las leyes y reglamentos que rigen los diferentes aspectos de su estadía en nuestros dominios.

DIABLITA: En el capítulo décimo encontrará el que corresponde a los centros de entretenimiento.

DIABLITO: Y en el vigésimo segundo el que se refiere a los rincones de castigo.

DIABLITA: Si alguna vez decide salir o alguien solicita su presencia espiritual, encontrará los requisitos para obtener el permiso correspondiente en el capítulo trigésimo quinto. (Sonriendo con picardía) Debe saber que a pesar de los cuentos que pueda haber escuchado, toda salida es temporal.

DIABLITO: Y el último capitulo contiene el Reglamento interno que describe las normas de conducta generales.

HOMBRE: ¿Reglamento interno?

DIABLITO: Correcto.

DIABLITA: ¿Gusta tomar algo mientras espera?

HOMBRE: (Impaciente) No… gracias.

DIABLITA: ¿Gracias? (Aludiendo al diablito) hace mucho que nadie me daba las gracias.

DIABLITO: (Confidencial) Si no le importa ¿podemos tomarnos la bebida que le corresponde a usted?

HOMBRE: Adelante.

DIABLITO: (Al HOMBRE pero en alusión al comentario de la diablita) Gracias.

(El diablito sirve dos pequeños vasos con algún licor humeante que saca del mostrador, le entrega uno a la diablita y brindan)

DIABLITO Y DIABLITA: Salud.

(Beben de un trago, y al terminar se sacuden como quien ha tomado una bebida muy fuerte, ácida o amarga)

DIABLITO Y DIABLITA: (Sonriendo al HOMBRE) Gracias…

HOMBRE: ¿Por que tarda tanto?

(El diablito comienza a operar la computadora)

DIABLITA: A veces tomo tiempo instalar a los recién llegados, hay quienes se resisten ante la idea de que esta será su nueva residencia permanente.

DIABLITO: Parece que la red presenta fallas de nuevo. ¡Estos ingenieros!

DIABLITA: En ocasiones hay que tomar medidas extremas.

HOMBRE: Si, ya lo imagino, le aseguro que no es mi caso.

DIABLITA: Espero que no, seria una verdadera lástima. Figúrese, el pobre jefe ni siquiera ha tenido tiempo de almorzar.

DIABLITO: Todo parece estar bien con el sistema, pero no puedo encontrar su traslado. (Sigue buscando)

DIABLITA: A pesar de todo, tiene usted mucha suerte.

HOMBRE: (Indicando la herida) ¿Puede a esto llamarle suerte?

DIABLITA: De eso no sabría decirle, pero debe saber que en ocasiones hay quienes deben esperar muchísimas horas, a veces días, antes de su entrevista con el jefe, le aseguro que usted no esperará mas que unos minutos.

HOMBRE: Ya me parecen demasiados.

DIABLITA: No se impaciente, ya comprobará usted que aquí el tiempo no le afectará en lo mas mínimo, (coqueta, presumiendo de si misma) verá usted como es cierto que las almas no envejecen…

DIABLITO: Definitivamente, algo anda mal aquí.

(Se escucha una música misteriosa. Entra al escenario una nueva nube de humo y en medio de ella aparece SHAITÁN vestido de un impecable frac color rojo. Los diablillos guardan un respetuoso silencio, y junto al HOMBRE lo observan.
SHAITÁN mira detenidamente al HOMBRE, se da cuenta de inmediato que no debería estar allí, mira al diablito y este le indica con un gesto que no sabe quien es. Se dirige a su escritorio sin decir palabra, solo se escucha su pesada respiración. Pulsa algunas teclas de su computadora y al no encontrar el registro del HOMBRE da un resoplido de inconformidad.)

HOMBRE: (Que ha estado observándolo y observando el respeto que le tienen los diablitos. Finalmente resuelto, sin vacilar) Ya era hora, tus asistentes me han dado idea de tu organización, supongo que debo dar gracias a Dios porque finalmente esté aquí, (TRUENO) al menos ya no siento dolor.

(Cada vez que menciona a Dios o cualquier término relativo a Él, se escuchará un trueno y los diablitos reaccionan con cierto temor a la reacción de Shaitán)

HOMBRE: Y bien ¿Qué sigue ahora? (Pausa) No es que tenga ninguna prisa, es solo que, después de tanto ajetreo, me siento algo hiperactivo. Estoy acostumbrado a toda clase de golpes y torturas, así que vamos al grano, ya sabés lo que dicen: al mal paso darle prisa. (Pausa) ¿Puedo conocer cual será mi castigo divino? (TRUENO)

(El HOMBRE espera una respuesta que no se produce. Pausa. Aludiendo a su apariencia) ¿Acaso debí venir mejor presentado? (Pausa) ¡Solo esto me faltaba! Estoy frente al diablo en persona y resulta tan discreto y callado como el mismo Dios. (TRUENO acompañado de una nueva “bocanada” de humo)

Bueno… parecido… ¡Santísimo! (TRUENO) Callado y además muy susceptible. No te pido que seas amable, no tenés que saludarme, ni ofrecerme café, -me provoca acidez-, ni una silla para sentarme…

(Se escucha un zumbido y del “cielo” cae un sillón como para que el HOMBRE tome asiento)

No, no, no necesito sentarme, gracias, no me había sentido tan bien desde que tenia 30 años, te lo juro. (Nuevo TRUENO y el zumbido con el que la silla asciende como succionada) ¡Esto es ridículo!

(A SHAITÁN le divierte el comentario, cambia su enojo por algo de curiosidad, con más calma sigue la búsqueda en su terminal de computadora, pulsando ocasionalmente algunas teclas. El hombre saca de uno de los bolsillos de sus pantalones un paquete de cigarrillos, saca uno que se ve doblado, lo arregla, saca del bolsillo un encendedor e intenta prender el cigarrillo, pero no funciona, el encendedor no produce llama. Después de varios intentos)

HOMBRE: (Con exagerada amabilidad) Disculpe el caballero, ¿sería tan amable en obsequiarme fuego?

(SHAITÁN lo observa con una sutil sonrisa y ordena con la mirada al diablito darle fuego, Este saca un encendedor que produce tal llama que casi quema al hombre, obligándolo a retroceder y tirarse al suelo. El diablito sonríe malicioso y sale junto a la diablita)

HOMBRE: (Incorporándose) Pensándolo bien creo que es tiempo de dejar de fumar. Dicen que el mentol provoca impotencia… No creo que sea cierto, yo fumo desde hace 35 años y todavía… Ah, que puede importarte eso. ¡Demonios!

SHAITÁN: ¿Que hacés aquí?

HOMBRE: ¿Cómo?, ¿Qué, que hago aquí?, ¿Acaso no lo sabés vos mejor que yo? Me resulta difícil creer que no estés al tanto de lo que dice la Biblia. (TRUENO) Mandamientos, preceptos, dogmas; virtudes, pecados y castigos... Allí está todo escrito, y por supuesto hablan de vos y de este lugar -las referencias son francamente muy malas-… Por cierto creí que seria mucho mas caliente. (Indicando que la pregunta es estúpida) Já, que ¿qué hago aquí?

SHAITÁN: Todavía no es el momento de…

HOMBRE: (Interrumpiéndolo) ¿Que no es el momento? ¿Acaso debía soportar más torturas? ¿Un disparo en la cabeza no es suficiente para obtener visa? (Irónico) Y yo creí que era difícil sacar visa en la embajada americana…

SHAITÁN: Antes de conocer tu castigo es necesario completar el proceso.

HOMBRE: Vaya... ¿además de la tecnología están invadidos por la burocracia?

SHAITAN: Las reglas son las reglas, desde el principio las cosas han sido así. Vos particularmente estás entrando en una nueva etapa de tu existencia, y...

HOMBRE: En algún lugar leí que sos un moralista, pero te ruego que conmigo te ahorres discursos o sermones, ya escuché en vida más de los que podía soportar.

SHAITÁN: Te aseguro que ese no es mi estilo. Solo es necesario que antes…

HOMBRE: (Interrumpiéndolo) ¿Qué? Ah si, ya me mostraron tus asistentes que también vos tenés tu “reglamento interno” que debo leer. Miles de veces escuché decir “no podés ir por la vida haciendo lo que te venga en gana, hay reglas, una disciplina que seguir…”

SHAITÁN: Así es.

HOMBRE: ¡Mierda! Si todos fuéramos por la vida aferrados a las reglas y a la disciplina, el mundo seguiría viviendo en el feudalismo, los amos seguirían desvirgando a nuestras mujeres, nuestros hijos seguirían siendo esclavos. (reflexionando) Aunque… de alguna manera lo siguen haciendo ¿no?, solo han cambiado las formas y los títulos que le dan a los “sistemas”, pero en el fondo todo sigue igual.

SHAITÁN: Ahorrate las explicaciones, cualquier cosa que tengas que decir, no debes tratarla conmigo… por ahora…

HOMBRE: Por supuesto que sí, ¿acaso no sos vos el amo de las tinieblas?, Todos son iguales... los amos se han opuesto siempre a los cambios, especialmente a aquellos que amenazan con disminuir su poder, condenan cualquier intento con la hoguera, la horca, la guillotina, el fusil… Pues adelante... terminemos con esto de una vez. Y no es que sea un héroe, pero ¿qué más puede pasarme?, como te dije: en cuestión de maltratos tengo experiencia. (SHAITÁN vuelve a concentrarse en la computadora) Si revisás “mi expediente” verás que uno de mis mayores defectos fue la intolerancia: mi rabia estallaba con frecuencia ante los hechos que suceden a diario, y me empujaba a hacer cosas, a decir cosas… y aun así, fue tan poco lo que dije, y aun menos lo que hice ante tanta corrupción y tanta injusticia… que solo llegué a sentirme impotente. Estoy cansado de eso…

SHAITÁN: (Viendo en la pantalla) ¿Qué tenemos aquí, un espíritu revolucionario? Ya veo, querés hacer aquí la revolución que no te atreviste a hacer allá. (Se levanta pensando que son siempre una molestia y que debe deshacerse de él, sin embargo le atrae su fuerza)

HOMBRE: ¿Una revolución… Aquí? No se me había ocurrido, ¿Como llamarla? “La Revolución en el Imperio del Mal”... No suena mal.

SHAITÁN: Ingenioso, y por lo visto también tenés alguna vena literaria. Si es el caso te presentaré a nuestros huéspedes artistas e intelectuales.

HOMBRE: ¿Porqué no? Entre la realidad y la ficción seguramente escribiríamos un buen libreto. (Viendo a su alrededor) El Imperio del Mal... Podríamos hacer un argumento conmovedor... después de siglos de opresión algún guerrero santo querría cambiar las estrategias de la guerra por las virtudes del amor. Eso se vende bien.

SHAITÁN: Suena aburrido.

HOMBRE: Cinco minutos después, vuelta a empezar... la violenta explotación, la represión y la rebelión, y para desgracia de la mayoría, a ver como los rebeldes triunfadores se convierten en los nuevos explotadores. Es difícil mantenerse alejado de las tentaciones que el poder te ofrece, especialmente si no estás acostumbrado a él. (Pausa) No, definitivamente no es un papel que me interese.

SHAITÁN: ¿Que buscas aquí entonces?

HOMBRE: Que sé yo, ¿porqué no me asignás mi castigo y quedamos en paz?

SHAITÁN: ¿Paz? Puedo asegurarte que la paz no está entre los servicios que ofrecemos.

HOMBRE: Entiendo, perdoname.

SHAITÁN: (Aludiendo a Dios pero sin atreverse a pronunciar su nombre) De eso también se encarga… ya sabés…

HOMBRE: Por supuesto.

SHAITÁN: En todo caso te estas adelantando a los hechos.

HOMBRE: No, es más probable que este viniendo con algo de retraso. Muchas veces quise venir antes, a fin de cuentas la muerte es mejor que la enfermedad que padecí por largo tiempo.

SHAITÁN: (Ha llegado al mostrador y se sirve una copa de la misma bebida que tomaron los diablitos) Según tu registro, ninguna de tus enfermedades fue tan grave como para querer... “morir”.

HOMBRE: (Sorprendido) Empiezo a creer que después de todo no conoces bien tu oficio.

SHAITÁN: ¿Mi oficio...? ¿Y que sabés vos de mi oficio?

HOMBRE: Reclutador de almas ¿no?, está escrito en la... (Se detiene antes de decir la palabra “Biblia”) Mi enfermedad era del alma… un muerto solo deja recuerdos... un poco de dolor y de tristeza que el tiempo va sanando, a veces con lentitud, y si la herencia es jugosa con asombrosa rapidez. Pero un alma enferma contagia y arrastra a otros, irónicamente y con frecuencia a esos a quienes más amamos, llevándolos hacia abismos profundos de oscuridad, de odio, de miedo. (SHAITÁN toma la bebida sin inmutarse, como quien toma agua) Fui tan cobarde que aun sabiendo que mi muerte era lo mejor para ellos, nunca tuve valor para acabar conmigo mismo, ni siquiera tuve valor para ponerme a tiro de nadie… tuve miedo… y me cuidaba de las garras de la muerte, trabajaba duro, sí, pero en donde nadie pudiera hacerme daño, escondido, refugiado tras un trabajo de escritorio.

SHAITÁN: No me sorprende, tras esa apariencia de seguridad y firmes determinaciones solo hay un espíritu débil, típico caso.

HOMBRE: Quizá... débil, frustrado...

SHAITÁN: Este no es el departamento de quejas, tomá tu camino de regreso, allá encontrarás quien tenga tiempo y vocación para escucharte.

HOMBRE: (Ignorándolo) Caminando por las calles ves a tanta gente que refleja en sus ojos la tristeza infinita de una vida llena de objetos materiales, que la publicidad les hace ver como imprescindibles para vivir feliz… pero que no están a su alcance; tanta gente para la cual la vida es solo una rutina de sobrevivencia, tantos niños y ancianos sin más hogar que las propias calles y aceras de la ciudad.

SHAITÁN: (Intentará de nuevo decirle que debe irse) Todo cuanto ocurre tiene una explicación, pero…

HOMBRE: (Interrumpiéndolo) Por supuesto que si. Es: “La Voluntad de Dios”. (TRUENO) Lo dicen los caballeros de industria distinguidos y galardonados con premios por sus aportes a la sociedad, cuando en realidad toman de ella mucho más de lo que le aportan. Es fácil aceptar la pobreza como la voluntad de Dios cuando esa pobreza es ajena. Son ellos mismos los que saben que un pueblo pobre, enfermo e ignorante seguirá eligiéndolos como sus líderes, seguirá creyendo en todas sus farsas y alimentando sus ambiciones. Tu imperio tiene un gran ejército allá.

SHAITÁN: ¿De verdad creés eso?

HOMBRE: (Ignorando la pregunta) ¿Cuantos siglos deben transcurrir antes de que se haga la voluntad de Dios? (TRUENO) Esa realidad que se vive no es la promesa escrita. Yo me niego a creer eso. La historia criminal de las religiones es tan extensa y sangrienta…

SHAITÁN: Ya empezás a darme la razón, no tiene nada que ver conmigo.

HOMBRE: ¿Cuantos personas, cuantos pueblos han sido exterminados en el nombre de Dios? (TRUENO) Cosas del pasado dicen…

SHAITAN: Ahh... el pasado, lo extraño tanto... Con menos gente había menos trabajo, sin embargo todo era tan.... salvaje, tan brutal...

HOMBRE: Quizá ya no existan caballeros de las cruzadas que usen espadas enchapadas con piedras preciosas, sin embargo aún se construyen templos con tanto lujo que son insultantes a la miseria que los rodea, que compiten en vistosidad y ostentación explotando la vanidad de los ricos, y el temor de los pobres.

SHAITAN: Una buena espada en un brazo fuerte, podía cortar cabezas de un solo tajo.

HOMBRE: Quizá ya no usen caballos, pero intimidan a los creyentes con la amenaza del infierno para que entreguen el diezmo, un poco de dinero que a muchos les es necesario para sobrevivir, y que para algunos pocos solo representa sobras de la opulencia en que viven.

SHAITAN: Me divertía más cuando la gente contaba y guardaba su dinero en bóvedas secretas, ahora todo lo han reducido a una tarjeta de plástico.

HOMBRE: Quizá no usen peto ni espaldar, pero muchos líderes religiosos se encierran en los templos, pidiendo en sus homilías acortar la brecha entre ricos y pobres, poner un alto a la impunidad, a la injusticia, a la corrupción… pero no tienen inconvenientes en celebrar para ellos: bodas principescas o bautizos dignos de descendientes de la realeza, para después disfrutar juntos de grandes banquetes; ni de bendecir sus carros, sus casas, sus empresas, sus barcos y sus aviones, construidos con el sudor, con la ignorancia y el hambre de sus sirvientes.

SHAITÁN: Alguien debe hacer los trabajos corrientes, ninguna sociedad sobrevive con tan solo jefes.

(la diablita entra a escena cargando un plato repleto de comida, le sigue el diablito con una botella de vino y un vaso)

HOMBRE: Hasta bendicen sus ejércitos antes de marchar a la guerra… en el frente de batalla solo luchan los pobres analfabetas y hambrientos que derraman su sangre, mientras los potentados se esconden en los sótanos de sus palacios y cuarteles, para después aparecer en las primeras planas como héroes: defensores de los pueblos, de la soberanía, de la democracia, incluso de la Fe. (Directamente a Shaitán) ¡Hipócritas! a ellos no les importa el dolor ni la miseria ajena, con tal de ver seguras o aumentadas sus fortunas.

SHAITÁN: (Hipócrita) ¡Asombroso! (Se sienta a comer)

HOMBRE: ¡Asombroso! Más asombroso aún es como cualquier mortal, más ambicioso que creyente puede fundar su propia iglesia y contar con cientos o miles de ingenuos que lo sigan, incluso a la muerte. Iglesias que no son más que fábricas de dinero bajo el signo de la cruz, que hasta documentan deudas del diezmo con letras de cambio. No son más que comerciantes sin escrúpulos, fariseos que volverían a crucificar al hijo de Dios para beberse su sangre y la sangre de los que creen en Él.

SHAITÁN: (burlón) No puedo creerlo. (A los diablitos) ¿Sabían ustedes eso?

HOMBRE: (Tranquilizándose) Debo admitir que hay quienes de verdad se han entregado a Dios y a los demás con absoluta honradez. (TRUENO)

SHAITÁN: Claro… Nadie es perfecto.

HOMBRE: Nadie se explicaba como el sacerdote que vivía en mi pueblo tenía tantas energías, la limosna de una comunidad tan pobre apenas le alcanzaba para comer, y de las ayudas que recibía de fuera, jamás compró ni siquiera una tortilla. Cada centavo fue invertido para el bien de todos, ayudó a cuantos pudo, sin importarle que fueran o no a misa los domingos. Me decía que no todo en el mundo era tan malo como yo creía. Al igual que mi madre se arrodillaba a rezar varias veces al día, tan lleno de esperanza, de fe... hasta consiguió una vez que construyeran en el pueblo 20 casas para los campesinos. Y ¿Sabés lo que pasó?

SHAITÁN: (Desinteresado, mientras come) Francamente no me interesa…

HOMBRE: (Reaccionando nuevamente con fuerza) ¡Ah… Por supuesto!, soy un estúpido al pensar que el drama que se vive en la tierra podía ser de tu interés; si al parecer no le interesa al mismo Dios. (TRUENO)

SHAITÁN: (Dejando la comida a un lado) Si vas a hablar de Él será mejor que terminemos ahora mismo. No me obligues a echarte de aquí. Todavía tengo “tareas” que asignar a los recién llegados. (Con un gesto ordena salir a los diablitos, estos recogen el servicio de mesa y se retiran, él comienza a revisar expedientes escribiendo en ellos las” tareas”)

HOMBRE: Nunca pude entender al Dios que de niño me inculcaron como el “único y verdadero Dios”, (TRUENO) un ser que cambia de opinión con frecuencia: primero ayuda a “su pueblo” a destruir a sus enemigos, el mismo se complace en destruir ciudades corruptas, y sin embargo tolera la esclavitud y la poligamia entre sus elegidos; de pronto pretende dejar atrás todo lo actuado para firmar un nuevo pacto, y fijar un nuevo orden de cosas.

SHAITÁN: Es algo que la mayoría de ustedes no entiende. Por suerte.

HOMBRE: Asegura que todos somos sus hijos… entonces: ¿Como puede Dios permitir que se cometan tantos atropellos en su nombre?, ¿Como puede Dios ver con indiferencia el sufrimiento y la miseria de “sus hijos”? ¿Acaso Dios es el perfecto prototipo del padre humano? Si estamos hechos a su imagen y semejanza, Dios debe ser tan perverso como nosotros, que abandona con suma facilidad a “sus hijos” sin importarle lo que pueda pasarles.

SHAITÁN: Lo sé hijo, lo sé... talvez podás ayudarme para hacer que otros se den cuenta de eso.

HOMBRE: O ¿Acaso los antiguos tenían razón, y son varios Dioses que miden su poder poniendo a luchar entre sí a sus “criaturas”?

SHAITÁN: En realidad no somos tantos.

HOMBRE: (Mas calmado) O quizá los primeros humanos estaban más cerca de la verdad: Dios debe ser mujer, como una madre que nos deja ser lo que queramos ser sin dejar de amarnos, nos reprende sin obligarnos a nada que no estemos dispuestos a dar o a hacer; y después… cuando estamos caídos en el lodo, ofrece su vida por nosotros: Eso es algo que solo una mujer… una madre puede hacer. ¿Por qué si Él o Ella es todo, porqué si lo sabe todo… nos creo tan susceptibles a ser injustos, despóticos, explotadores, corruptos…? ¿Es que un artista no debe buscar la perfección en sus obras? Dios debe ser el “perfecto” maestro de la imperfección.

SHAITÁN: Ni siquiera yo pude decirlo mejor, ya no me cabe la menor duda: sos todo un artista. Sin embargo debo regresar a mis ocupaciones, al completar el proceso tendremos una eternidad para conversar.

HOMBRE: ¿Para que celebrar un juicio si ya conocemos la sentencia? Vamos decime ¿Cuál es la verdad?

SHAITÁN: No soy yo quien deba contestar tus preguntas.

HOMBRE: ¿Que te lo impide? (Haciendo una nueva reflexión, como si jamás lo hubiera pensado antes. Calmado pero inquisitivo) ¿Acaso Dios no existe? ¿No será acaso una invención de los hombres para consolar sus miedos? En ese caso ¿No sos vos mismo otra invención? ¿No estoy alucinando ahora mismo? ¿No será todo esto… un sueño?

SHAITÁN: ¡Ya está bien! Este no es el momento ni el lugar para…

HOMBRE: (Interrumpiéndolo) Lo cierto es que estoy aquí, en… ¿Qué es esto?, ¿la antesala del infierno?

SHAITÁN: Si seguís el procedimiento, Él se encargará de explicártelo.

HOMBRE: También me dijeron que Dios se ofreció en sacrificio por nuestros pecados, que su perdón era tan fácil de obtener como confesarse a última hora y cumplir una penitencia, comprar una indulgencia, o gritar a los cuatro vientos aceptando su existencia y entregando nuestras vidas a Él. (Pausa) En todo caso para mi es demasiado tarde ¿no?

SHAITÁN: ¿Me lo preguntás a mí?

HOMBRE: ¿Hay alguien mas aquí?

SHAITÁN: Estás vos.

HOMBRE: (Lo que el HOMBRE va “confesando” toma por sorpresa a SHAITÁN, esta es la primera vez que está ante esta situación, él solo recibe a los ya “juzgados”) Si… ¡yo…! Que uno a uno violé los mandamientos sagrados, pero decime: (Se pone de rodillas iluminado por luz cenital., inicia Música)

SHAITÁN: Hey ¿Qué vas a hacer?

HOMBRE: ¿Como honrar a un padre que nos abandonó cuando más lo necesitábamos? Mientras mi madre moría cada día para alimentarnos, vestirnos, educarnos; él después de unas horas de trabajo lento y mediocre se emborrachaba y engañaba a otras presumiendo de su hombría.

SHAITÁN: Ya tendrás tiempo de visitarlo, por ahora levantate.

HOMBRE: Me acosté con la mujer del prójimo, era una buena mujer… y su marido un patán que llegó incluso a golpearla… Una bella mujer. No puedo arrepentirme de haberla amado y de haber compartido con ella muchas ilusiones, interminables sueños… hasta que le llegó su hora. Aun ahora no sé si la mató su enfermedad o su tristeza.

SHAITÁN: Cualquiera de las dos, te aseguro que en su muerte yo no tuve nada que ver.

HOMBRE: (Interrumpiéndolo, con repentina fuerza) Y mentí, mentí por que no podía denunciar a quienes en las montañas luchaban convencidos de un ideal de libertad y de justicia. Porque los habrían matado, y su muerte habría caído sobre mis hombros, habría sido como si yo mismo jalara del gatillo. Aunque al final fueron traicionados por sus propios líderes, para mi fue preferible soportar la prisión y el dolor que me hicieron sentir sus perseguidores.

SHAITÁN: Te comprendo, hiciste lo correcto... pero basta, yo no soy un confesor.

HOMBRE: Alguna vez maté con estas manos defendiendo la patria, patria que solo disfrutan los dueños del poder, esos que comulgan o rinden culto a Dios cada domingo, y que de lunes a sábado chupan la sangre a quienes les sirven por un salario de miseria, y de miles, millones que no recibieron la educación o la salud que los dineros que robaron habrían podido brindarles.

SHAITÁN: (Tapándose los oidos) lero lero lero...

HOMBRE: (Interrumpiéndolo. Con profunda amargura) Y maldije a Dios cuando se llevaron a mi hija, más aún cuando supe como la arrastraron, y la violaron hasta hacerla morir de dolor y de vergüenza. Cuando su único pecado fue enamorarse de un idealista al que también mataron, y por quién ella rezaba con más fervor que el mismo cura del pueblo.

SHAITÁN: ¡Basta! (CORTA MÚSICA)

HOMBRE: (Poniéndose en pie, inicia música) Ese fui yo. Supongo que Dios habla solo con sus elegidos, con una voz que baja del cielo o por medio de sus ángeles, así que yo nunca lo escuché. Alguien me dijo que me hablaba a través de mi propia “Conciencia”, que así me decía lo que estaba bien y lo que estaba mal. Mi abuela, mi madre, y el señor cura me enseñaron que muchas de las cosas que hice estuvieron mal, estoy “consciente” de eso. Por eso vine aquí. (Pausa) Debes estar orgulloso de tu trabajo, fui un buen discípulo ¿No es verdad? (Pausa)

SHAITÁN: (Ha quedado pensativo e impresionado, es la primera vez que escucha una “confesión”) ¿Terminaste? ¿Puedo hablar?

HOMBRE: Adelante, estás en tu casa.

SHAITÁN: Me atribuís más méritos de los que tengo; si pretendés acusarme, la mayor parte de tus “acusaciones” son responsabilidad de ustedes mismos, culparme a mí es solo otra forma de escapar de ella.

HOMBRE: Si, también oí hablar de eso: Libre albedrío, cada cosa que hice fue mi decisión.

SHAITÁN: Es un buen comienzo.

HOMBRE: Es curioso, sabía desde hace tiempo que este momento tenía que llegar, en muchas ocasiones pensé que estaba a un paso de la muerte, incluso llegué a desearla, y siempre ocurría algo a último momento que me libraba de este viaje. Hoy hizo una preciosa mañana, el sol brillaba radiante; al despertar presentí que algo maravilloso iba a ocurrir, hasta llegué a pensar que por fin llegaba el día en que el mundo cambiaba sus ropas andrajosas, por un vestido de fiesta… la justicia y la libertad resplandecían, el odio llegaba a su fin, las gentes sonreían confiadas frente a sus vecinos, sin recelo, sin egoísmo, sin vanidad… todos los adultos marchaban a sus trabajos, orgullosos de su oficio, sintiéndose útiles y realizados, mientras todos los niños estudiaban, jugaban o escuchaban historias de boca de los más viejos. ¿Estúpido no? Hoy desperté... con alma de poeta... con ansias de vivir...

SHAITÁN: ... Llegará como un ladrón...

HOMBRE: Nunca imaginé que hoy llegaría mi hora; regresaba a casa, cuando un golpe me hizo perder el conocimiento, al despertar me rodeaban tres hombres a quienes nunca había visto, no decían nada, solo me miraban, yo no entendía lo que estaba pasando y tampoco podía hablar, ni siquiera sé que me lo impedía… Luego asestaron el primer golpe, y uno y otro más, y el sueño de la mañana invadió mi pensamiento a pesar del dolor… finalmente pusieron el arma contra mi cabeza. Me pregunté ¿quiénes son?, ¿porqué? De pronto sólo escuche… (CORTA MÚSICA) silencio… la oscuridad me envolvió y me mostró el camino que me trajo hasta aquí.

SHAITÁN: Hoy te acompañó una fuerza muy poderosa.

HOMBRE: ¿Fuerza?

SHAITÁN: ¿Cómo describirías en una palabra lo que sentiste?

HOMBRE: (Escéptico) ¿Amor?

SHAITÁN: Muy pocos llegan a conocerlo de verdad. Hoy en día lo han convertido en un objeto de comercio que solo les sirve para obtener ganancias. Generalmente intercambian pequeños y grandes regalos como muestra de amor, con cualquier pretexto inventado por los comerciantes y alimentado por sus propias debilidades. Desde un llavero hasta una joya, incluso la limosna o el diezmo que entregan a sus iglesias, frecuentemente son solo el reflejo de una conciencia sucia, llena de remordimiento, o de la vanidad de ser quién da el mejor regalo. Quizá la palabra amor es ahora insuficiente para describir la fuerza de... “del espíritu creador”, una fuerza que trasciende los límites de tu imaginación, y que pronto te será revelada.

HOMBRE: ¿Es decir que…?

(Entran a escena los diablitos trayendo consigo una bandeja para lavar las manos, jarra con agua y una toalla, y se quedan atraídos por el cambio que observan en SHAITÁN, intercambian miradas de sorpresa constantemente)

SHAITÁN: Guardás muchas preguntas… pero lo cierto es que yo no soy el más indicado para contestarlas, no contestaría las que tuvieras respecto a mí, mucho menos las que respectan a... Él, comprenderás que no es “mi oficio”. Sin embargo: Las cosas que son verdaderas prevalecerán sin importar que vos creás o no en ellas.

HOMBRE: ¿Entonces…?

SHAITÁN: (Interrumpiéndolo) Seguramente Él tampoco va a contestarlas, no al menos de la forma en que vos lo esperás, de hecho encontrarás las respuestas cuando dejés de buscarlas con los 5 sentidos con que tu cuerpo fue dotado. Las respuestas están más allá de la materialidad, más allá de lo que ustedes entienden por justicia o por libertad, más allá de las normas o las conductas sociales, más allá de tu propia conducta o de tus experiencias en lo que ustedes llaman vida, más allá de códigos éticos, morales o religiosos, más allá de los libros, incluso de los que llaman libros sagrados. Ya alguien lo escribió antes:”El actual estatuto material y evolucionario del hombre le impide descubrir a plenitud la gran verdad de la creación: la esencia y la realidad de la Obra Divina no son la materia, ni tampoco el tiempo y el espacio. En el orden universal, el espíritu es el fundamento y la realidad primera y última de cuanto existe.” (*) (Suspirando, como lamentándose) ah!

HOMBRE: ¿Te sentís bien?

SHAITÁN: No, no me siento bien. No puedo creer que te este diciendo esto. ¡Santo Dios! (TRUENO) (Los diablitos se horrorizan al oír la expresión de SHAITÁN y se santiguan equivocando los movimientos con evidente nerviosismo. SHAITÁN se percata de su presencia les entrega los expedientes y con una mirada les ordena salir) (Contrariado) ¡Ah! Lo ves. (Suspira)

HOMBRE: Lo siento, de verdad…

SHAITÁN: Bah… no te preocupés, ya me encargaré de ellos. (Inicia música final)

HOMBRE: ¿Y yo, qué debo hacer ahora?

SHAITÁN: Decime una cosa: ¿Creés que tengo poder?

HOMBRE: Debo admitir que me tenías un poco decepcionado. Supongo que debes tener algún poder, lo que no dudo –aunque digás lo contrario- es que tenés mucha influencia.

(Mientras SHAITÁN habla, el HOMBRE comienza a evidenciar dolor físico)

SHAITÁN: Bien… ni siquiera yo con toda mi “influencia” puedo decidir cual será tu destino eterno. No pretendás decidirlo vos. Debés “subir” y presentarle a Él tus cuentas, sólo Él sabe si volveremos a vernos… en el fondo debo confesarte que no quisiera volverte a ver. Aquí… vos serias una “mala influencia”. (El HOMBRE se queja del dolor y comienza a sentarse en el suelo.) Y ahora excusame pero debo retirarme... (SHAITAN llega al escritorio, saca una pistola de la gaveta y la guarda en la faja del pantalón o una sobaquera) falta muy poco, tu hora a llegado.

Comienza a escucharse una música suave y misteriosa. Shaitán sale, el HOMBRE se acuesta en el piso, tendido como en una cama. Las luces bajan lentamente hasta el oscuro total. En completa oscuridad e incorporados a la música se escucha el sonido de una ambulancia, luego voces de una sala de urgencias de un hospital que van desvaneciéndose poco a poco dando paso a un lento y débil latido de corazón y al sonido de un monitor de signos vitales. Poco a poco la música y los signos vitales van in crescendo hasta alcanzar un ritmo de corazón normales. Tras unos segundos se escucha:

VOZ ENFERMERA: Parece que está mejorando.

VOZ MEDICO: Así parece, pero no se haga muchas ilusiones.

VOZ ENFERMERA: ¿No cree que se salve?

VOZ MEDICO: Si este hombre está vivo después de lo que hicieron con él es solo por un milagro. (Pausa) Vamos a descansar, es tarde y por ahora no hay nada que podamos hacer por él. Mañana será otro día.

Continúa la música que empieza a debilitarse junto a los signos vitales hasta llegar a la línea continua que indica la muerte coincidiendo con el final de la música. Apagón. TELON



(*) Cita textual de “EL TESTAMENTO DE SAN JUAN”